Son los dos términos empleados para definir una misma enfermedad producida por un parásito (protozoo) del género Plasmodium que es transmitido por la picadura de las hembras del mosquito anófeles (Género Anopheles).
Existen cuatro especies de plasmodios que pueden afectar al hombre: Plasmodium falciparum (ver imagen), Plasmodium vivax (ver imagen), Plasmodium malariae (ver imagen) y Plasmodium ovale (ver imagen). De todos ellos la infección más común es la causada por P. falciparum, que además es la que causa una enfermedad más grave siendo la que mayor número de muertes produce.
El paludismo o malaria es una enfermedad parasitaria conocida desde la antigüedad. Este parásito es uno de los patógenos humanos más importantes y ha desempeñado un papel muy significativo en el desarrollo y propagación de las diferentes culturas humanas. Se han encontrado papiros del Antiguo Egipto que hacen referencia a la aparición de fiebres intermitentes tras las crecidas de El Nilo. Asimismo en la Antigua Grecia y Roma el paludismo se conocía con el nombre de fiebres tercianas o cuartanas (según se produjeran los ataques cada 48 ó cada 72 horas). El hecho de que la enfermedad estuviera asociada a la presencia de zonas pantanosas dio origen a los dos nombres con los que se la conoce actualmente, paludismo (del latín palus = pantano) y malaria (del italiano mala aria = mal aire).
Distribución
El paludismo o malaria causa cada año entre 500 y 700 millones de casos clínicos y de 1´5 a 1´7 millones de muertes. Entre el 40% y el 50% de la población mundial vive en zona de riesgo. De todos los casos de malaria más del 90% ocurren en África. En el África subsahariana existen 300 millones de infectados de una población de 500 millones, 150 millones de casos clínicos y más de un millón de muertes al año, principalmente la población infantil (menores de 5 años). En este continente el 20% - 30% de las consultas hospitalarias y el 10% de las admisiones hospitalarias son debidas a la malaria.
Aunque sea una enfermedad ampliamente distribuida en los trópicos, el riesgo de adquisición es muy heterogéneo, y varía de país a país, e incluso de zona a zona dentro del mismo país. El destino geográfico, la ruta específica seguida, la duración del mismo, el tipo de viaje o la estación del año en que se realiza son factores determinantes del riesgo. Podría decirse que el mayor corresponde a África del oeste y África del este, seguido de Papúa Nueva Guinea, islas Salomon y África del sur, el riesgo es intermedio en el subcontinente indio y el riesgo es bajo en las áreas turísticas de América latina y del sudeste de Asia. No obstante, en áreas concretas de Brasil, India y Tailandia el riesgo es considerable.
Las especies parasitarias también presentan una distribución geográfica particular. El Plasmodium falciparum se distribuye por todas las zonas palúdicas y predomina en África subsahariana (donde ocurren el 83% de todas las infecciones de malaria falcipara); P. malariae tiene un área de distribución similar a la de P. falciparum pero es mucho menos frecuente; P. vivax predomina en América central y del sur y en el subcontinente indio; y P. ovale es el sustituto del P. vivax en África y es muy raro fuera de ella. El riesgo viene de la mano de P. falciparum , la más virulenta y la más resistente a los antipalúdicos, y la casi totalidad de las muertes están producidas por P. falciparum y adquiridas en África subsahariana.
En el siguiente mapa se representan las zonas de riesgo a nivel mundial. Para una información más detallada sobre el riesgo de malaria en cada país puedes consultar la sección país por país.
¿Cómo se produce?
La transmisión de la enfermedad se produce cuando un mosquito hembra infectado, del género Anopheles (ver imagen) pica a un ser humano, ya que esta necesita ingerir sangre para que puedan madurar sus huevos. No todos los Anopheles son capaces de transmitir el paludismo o malaria.
La forma infectiva del plasmodio pasa a la sangre y en pocos minutos llega al hígado donde se multiplica y madura. Una vez maduro rompe las células hepáticas y pasa al torrente circulatorio infectando a los glóbulos rojos. En el interior de éstos se divide activamente, rompe la célula y se libera de nuevo a la circulación sanguínea donde puede infectar nuevos glóbulos rojos y producir nuevos ciclos. La rotura sincrónica de los glóbulos rojos cada 48- 72 horas (en función de la especie de Plasmodium que infecte) es la desencadenante del cuadro clínico típico de paludismo (escalofríos seguidos de fiebre y sudación intensa). En el caso de la infección por P. falciparum la enfermedad cobra mayor gravedad dada la cantidad de glóbulos rojos destruidos (hasta un 20%) que supone a la persona una anemia severa. Así mismo se producen lesiones en diversos órganos, y en función de los órganos afectados la gravedad es mayor o menor (paludismo cerebral, paludismo álgido cuando afecta al tracto gastrointestinal, etc.).
El ciclo de vida se completa en el interior del mosquito donde se produce la fase sexual del parásito.
Foto del ciclo vital:
Así pues, el modo de transmisión natural es por inoculación de los parásitos por ciertas hembras del género Anopheles. En España existió paludismo o malaria, principalmente causada por parásitos de la especie
Plasmodium vivax. Aunque existen mosquitos del género Anopheles atroparvus, principal vector de la enfermedad en España, el riesgo de aparición de paludismo en nuestro país es remoto porque nuestros mosquitos son refractarios a la infección por parásitos procedentes de otras áreas geográficas del planeta. En 1964 España recibió el certificado oficial de erradicación de la malaria o paludismo y desde entonces los casos que se declaran son casos importados de otros países, por inmigrantes y por viajeros procedentes de áreas donde existe la enfermedad.
Al margen de la vía natural de transmisión existen otras posibilidades:
i) Por medio de transfusión sanguínea de los parásitos.
ii) Por medio de accidentes de laboratorio y cirugía, jeringas no esterilizadas, etc.
iii) Paludismo congénito y neonatal. Es muy raro y la transmisión vertical a través de la placenta se puede diagnosticar cuando se detectan parásitos en el recién nacido durante los siete primeros días de vida o posterior, siempre y cuando no haya posibilidad de nuevas picaduras infectivas para el niño.
¿Cuándo sospechar?
A efectos prácticos, cualquier FIEBRE de origen desconocido en un viajero procedente de una zona de riesgo debería ser considerado sospechoso de tener paludismo o malaria con la necesidad de confirmar el diagnóstico. Al regreso se deberá tener en cuenta los síntomas siguientes: Cuadro clínico: El periodo de incubación de la enfermedad, o periodo desde el contagio hasta que se manifiesta la enfermedad, suele durar entre 8 y 30 días, siendo más corto para P. falciparum y más largo para P. malariae. Se caracteriza por una crisis febril después de unas horas de malestar general, dolor de cabeza, en las articulaciones, escalofríos (con intensa sensación de frío -dura entre 15 minutos y una hora), para acabar con un periodo caliente con sudación abundante y alta temperatura (puede alcanzar los 40º- 41ºC) que puede durar entre 2 y 4 horas.
¿Cómo se confirma el diagnóstico?
Ante la sospecha de paludismo o malaria por tener cualquiera de los signos o síntomas compatibles
(PRINCIPALMENTE FIEBRE) lo mejor es acudir a una consulta especializada de viajeros (enlace a la lista de unidades o consultas especializadas) si existe en su comunidad. Si no, la recomendación es acudir a urgencias de un hospital terciario o gran hospital. Cualquier persona puede informarse en cualquiera de los centros de vacunación de Sanidad Exterior o consultas especializadas para viajeros para que le sea indicado el lugar más próximo al que acudir. El diagnóstico más sencillo es tomar una muestra de sangre obtenida al pinchar la yema del dedo de la mano o el lóbulo de la oreja (ver imagen) y extenderla en un cristal (ver imagen) (portaobjetos) para que una vez teñido se pueda observar al microscopio y ver los parásitos en el interior de los glóbulos rojos.
¿Cómo se soluciona?
Con un diagnóstico rápido y un tratamiento adecuado.
Hasta hace poco la mayoría de la gente, incluidos los profesionales de la salud, pensaban que el paludismo o malaria era una enfermedad que duraba toda la vida. Esto era debido a que en España la principal infección malárica era causada por la especie Plasmodium vivax. Algunos parásitos de esta especie al penetrar en las
células del hígado quedaban en estado latente y podían producir con posterioridad al ataque primario nuevos ataques (denominados recidivas o ataques secundarios) a los meses o incluso a los años de haber sufrido el primer ataque. Las cuatro especies que causan el paludismo o malaria tienen cura definitiva combinando, la terapia contra las formas que producen la clínica en sangre, con la terapia contra las formas hepáticas con un antimalárico o antipalúdico hepático (primaquina). Esto mismo ocurre con las infecciones causadas por Plasmodium ovale (producen ataques secundarios).
Hoy día disponemos de fármacos eficaces para curar definitivamente la enfermedad. El problema es el retraso diagnóstico cuando aparecen las complicaciones.
¿Qué consecuencias puede tener?
El paludismo o malaria es una enfermedad perfectamente tratable y con cura definitiva, siempre y cuando se haya hecho el diagnóstico correcto y se ponga en tratamiento con antipalúdicos o antimaláricos rápidamente. Si no es así las consecuencias suelen ser fatales, ya que es una enfermedad que presenta una gran mortalidad en viajeros que regresan a sus países de origen.
El cuadro clínico más grave lo produce Plasmodium falciparum, con los picos febriles más elevados, las mayores tasas de parasitación y con las siguientes complicaciones si no se trata con rapidez:
Malaria cerebral o paludismo cerebral, presentando los pacientes un cuadro de afectación cerebral que
normalmente acaba en un cuadro de coma.
Anemia hemolítica. Como son parásitos de los glóbulos rojos humanos, la ruptura de un gran número
de éstos va a producir una anemia importante dependiendo de la parasitación.
Hipoglucemia, a veces provocada por el tratamiento con la quinina, pero se observa en las formas de
malaria grave.
Complicaciones pulmonares, causando problemas de distrés respiratorio en adultos.
Fracaso renal agudo, común en enfermos con elevadas parasitaciones debido a la hemólisis
acentuada, que generalmente se manifiesta como una disminución de la cantidad de orina.
¿Cómo lo evito?
Hay dos medidas fundamentales y complementarias
1. Evitar las picaduras de los mosquitos entre el atardecer y el amanecer, ya que estos mosquitos tienen hábitos alimenticios nocturnos.
2. Tomar una profilaxis medicamentosa adecuada antes, durante y posteriormente al regreso del viaje.
¿Cómo podemos evitar las picaduras de los mosquitos?
1. Si es posible, deberás alojarte en un edificio bien construido y bien conservado, con tela metálica en puertas y ventanas. Si no se dispone de esta protección deben cerrarse las puertas y ventanas durante la noche.
2. Vistiendo ropa cómoda protegiendo pies y brazos (principalmente camisas, pantalones largos de algodón) evitando los colores oscuros.
3. Impregnando las partes expuestas del cuerpo con un repelente (aerosoles, lociones o cremas) 4. Insecticidas en la ropa: es posible adquirir permetrina diluida al 0´5% en etanol. Colocando esta mezcla en un spray se pulveriza la ropa y se deja secar.
5. Uso de telas mosquiteras de cama. Se venden en establecimientos especializados.
Repelentes para evitar las picaduras de los mosquitos
Los receptores de los artrópodos se pueden inhibir con sustancias químicas denominadas repelentes de insectos. De eficacia variable y limitada, ya que todos pierden actividad con el tiempo, temperatura, sudor y abrasión de la ropa. Se han de aplicar de forma completa (a todo el antebrazo, a toda la pierna, etc.), ya que
los mosquitos pican en los parches o zonas de piel en donde no haya repelente.
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